Lo confieso, no lo sabía hasta esta tarde, pero tengo una amante.
Se llama, Madrid.
Lo dicen en un capítulo de Sexo en Nueva York, salir con la ciudad.
Sólo nos vemos un día a la semana, unas horas, pero son unas horas increíbles. Hay semanas en las que no puede ser, y otras en las que nos vemos también entre semana por motivos de trabajo. Pero en esas ocasiones nuestro encuentro suele ser algo distante, profesional.
Pero los sábados por la tarde no. Los sábados por la tarde me dedico a recorrer la ciudad, a vivir una apasionada historia de amor dentro de ella.
Visito algún museo, paseo por alguno de sus verdes parques, me tomo un café o meriendo algo en alguna de sus fantásticas cafeterías, paseo mientras observo a la gente que vive en ella. Comparto a Madrid con todos ellos, lo sé, me es infiel, pero como una amante increíble no puedo dejarla, y tengo que compartirla con ellos.
Cuando cae la noche, y los escaparates se encienden, los recorro con la mirada como un amante recorrería las joyas de su amada antes de desnudarla y vivir una intensa noche de amor con ella.
Lo confieso, tengo una amante. A veces es dura y cruel, pero otras es dulce y apasionada. Y amo todas sus facetas.
Aceleracionismo Social efectivo (e/Sacc)
Hace 4 semanas
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