Las dos personas se limpiaban del rostro el hollín negro de los ojos.
Tras secarse el oscuro sudor, volvieron a su tarea. Los restos que arrojaban al fuego parecían estar vivos todavía, y ambos creían oír cómo chillaban muy débilmente mientras morían.
Eran los restos del pequeño comercio que los grandes almacenes, los alcaldes corruptos y las multinacionales habían destruio.
Ambos hombres lloraban, porque sabía, que los próximos serían ellos.
Aceleracionismo Social efectivo (e/Sacc)
Hace 4 semanas
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