La evocadora fuerza del viaje espacial se mezcla en mi mente con las aventuras de principios del siglo XX cuando pienso en estos planetas.
Se ha descubierto recientemente que existen cantidad de exoplanetas (o planetas extrasolares) que no orbitan a ninguna estrella, sino que viajan por el cosmos errantes y en la sombra.
Las implicaciones que esto tiene para la ciencia-ficción son enormes, ¿os los imagináis repletos de arcas tecnológicas de civilizaciones perdidas, de razas más viejas de nuestra estrellas recorriendo el cosmos alimentados por fuentes de energía propias, o acumuladas durante enes.
Incluso si somos un poco más realistas, la inmensa aventura que sería pisar uno de esos planetas oscuros, saliendo de nuestro sistema solar, significaría un hito que convertiría a quien realizase la hazaña en uno de los nombres más grandes de toda la historia de la Humanidad.
Es época de alta aventura. Sólo que no nos dejan ser gigantes.
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