martes, 13 de julio de 2010

Conocerse a uno mismo

Conocerse a uno mismo no es tarea fácil.

Es quizás una de las labores má arduas y complicadas que puede acometer una persona, por cuanto el mismo hecho de intentarlo está modificando el resultado y porque nuestra propia visión de nosotros mismos enturbia la percepción de quienes somos, de qué sentimos y de cómo queremos vivir.

Sin embargo, no por difícil debemos ser menos arriesgados en esta aventura, ni quedarnos en el sillón metafórico de nuestra propia comodidad,

Debemos hacer introspección y tratar de saber qué nos mueve, cómo nos vemos, y cómo nos ven los demás. Y responder a todas las preguntas que deberíamos hacernos, las únicas que de verdad importan cuando hablamos de nosotros mismos.

¿Qué quiero hacer? ¿Quién quiero ser? ¿Quiero ser feliz y cómo debo serlo? ¿Qué lugar ocupo en el mundo y cuál me gustaría ocupar?

Una mirada inquisitiva a nuestro interior, que nos permita viajar y volver al averno de nuestra alma, junto con un análisis objetivo, pero al mismo tiempo impregnado de nuestros propios sentimientos, de nuestras vidas, nuestras acciones, quienes nos rodean, aman, odian o admiran, todo ello, nos dirá la respuesta a cada una de estas preguntas.

Pero abrirá nuevas cuestiones que tardaremos en resolver y cuya resolución será tanto más complicada cuanto más sinceros seamos con nosotros mismos.

Quizás por eso la mayoría de nosotros optamos por dejar que la vida nos lleve donde ella quiera, cumpliendo los sueños de nuestros padres, de nuestros amigos, de nuestras parejas, de nuestros profesores o pandillas.

Quizás, seamos seres tan sociales que renunciemos a nuestra individualidad para encajar en una masa, para lograr la amistad ed esa persona especial, o el amor de quien nunca nos amará.

Quizás por esa necesidad de encajar en el mundo, dejemos de lado nuestra propia vida, renunciando a lo que queríamos ser, a lo que podríamos haber sido, y les dejemos llevarnos de bar en bar, de partido en partido, de pareja en pareja sin encontrar nunca lo que queremos.

Porque para encontrar lo que somos, no debemos fijarnos en lo que hay fuera, ni en amigos, amantes, familia o personajes admirados.

Para saber lo que queremos ser, lo que vamos a ser, sólo tenemos que olvidarnos de todo esto. Y mirar en nuestro interior.

Todo lo demás es superfluo, una distracción.

Cierra los ojos, piensa en tu vida, y borra de ella a todas las personas que te rodean. Deja sólo lo que haces y quién eres, pon una cara gris y desconocida en cada persona que se encuentre contigo, conviértelo en un completo desconocido.

Y piensa si esa es la vida que deseas llevar.

Si lo que haces es lo que de verdad quieres hacer. No porque estés con gente conocida, ESTÁS SOLO, sino porque seas quien deberías ser y hagas lo que deberías hacer.

¿Amas cómo querrías amar? ¿Trabajas en aquello en lo que te gustaría emplear toda tu vida?, piensa que eso es exactamente lo que vas a hacer, gastar tu vida en un trabajo. ¿Eres el auténtico tú o el que han moldeado miles de personas durante toda tu vida?

Hazte esa pregunta, y respóndela con sinceridad.

Hasta entonces, la vida hará de ti lo que quiera. Los demás harán de ti lo que quieran, y tú no harás nada que realmente merezca la pena en este mundo en el que está de paso.

Y eso es lo más triste que se puede decir de una persona cuando nos haya dejado.

Estuvo en este mundo, y no hizo nada por lo que vaya a ser recordado por toda la eternidad.

Realmente está MUERTO.

No hay comentarios: